Uno llega a Italia y lo primero que nota es que la gente come a cualquier hora del día. Los lugares están siempre abiertos y en cualquier momento es común encontrarse con gente probando alguno de los famosos platos italianos. Al principio mi pensamiento fue “¡cómo pueden comer tanto!”. Los menús incluyen dos platos principales y un postre. Y las pizzas… ¡se comen una entera! Pero ese fue solo pensamiento, ya que después termine comiendo lo mismo, no llegue a la pizza entera pero sí a comer todas las noches un menú.

Cuando uno dice Italia piensa en la pasta, pero la realidad es que no hay tanta variedad como acá, hay variedad solamente de fideos y en general son de paquete y no caseros. Pero toda la comida, para mi gusto, es riquísima. Dan ganas de sentarse a comer porque mas allá de la comida, los mozos son súper agradables y simpáticos, se esmeran en atender a la gente.
Volviendo a la comida, hay menús que incluyen como primer plato una pasta, arroz o sopa; como segundo plato hay carne, pescado o pollo, luego el postre y una bebida. Estos menús en relación son más baratos que pedir un plato fuera de ellos. Durante el día, si no te querés sentar a comer, hay lugares donde venden sándwiches que tienen muy buena pinta, pero para mí , los panes no son tan ricos. Y como si todo esto fuera poco, la otra opción es comer una de las famosas pizzas.


En cualquier ciudad o pueblo de Italia hay cientos de bares y restaurantes. La gran mayoría son chicos por lo que tienen mesas afuera con grandes ventiladores en verano o estufas en invierno. Todos los lugares están bien puestos y en todos se come bien y tienen buena atención. Realmente es un lugar maravilloso en cuanto a la calidad y a la cantidad de barcitos; dan ganas de, todo el tiempo, sentarse a tomar algo.

